Angeles Entre Nosotros, por Sally Robbins – Noviembre, 2019

Angeles Entre Nosotros, por Sally Robbins

angels among us

Syvia O´Neil gruñó cuando oyó el ruido de una llanta desinflada cuando se apresuraba en la carretera interestatal en Virginia. Regresaba a su casa en Asheville, Carolina del Norte, después de visitar a su familia en Nueva York. Iba viajando sola y con mucho cuidado se salió de la carretera. Permaneció tranquila mientras llamaba al AAA para que alguien viniera a cambiarle la llanta y 10 minutos más tarde apareció una camioneta blanca que se detuvo detrás de su automóvil.

Un hombre joven salió de la camioneta, se aproximó a Sylvia y dijo, “No inglés.” Sylvia se dio cuenta de que el hombre sólo hablaba español y ella solamente sabía unas cuantas palabras. El señaló la llanta, y ella movió la cabeza indicando que quería que le cambiara la llanta. El joven volvió a su camioneta, recogió las herramientas necesarias, y en cuestión de minutos reemplazó la llanta dañada con la llanta de repuesto de Sylvia. Sonrió, le hizo un ademán de despedida, regresó a su camioneta y se fue.

Sylvia estaba agradecida de que lo que podría haber sido un problema gigantesco había sido resuelto tan fácilmente. Hizo una oración de agradecimiento, volvió a la carretera y continuó su viaje.

Minutos más tarde, el AAA le llamó para decirle, “Perdone, pero nos va a tomar otros 40 minutos mandarle uno de nuestros mecánicos a cambiarle la llanta.”

Así es que, ¿quién había cambiado la llanta?

Sylvia se dio cuenta de que un ángel había llegado a su vida en el momento exacto en que necesitaba ayuda. Sin ninguna espera o petición de pago, su ángel había cambiado la llanta, se había despedido y había desaparecido tan pronto como apareció.

Como Sylvia había permanecido en calma, centrada y a la expectativa de la solución, el universo había cumplido en una forma única. Hay un término psicológico para esto: pronoia. Lo opuesto a paranoia, que es la anticipación de que sólo algo malo va a pasar, pronoia es una creencia en que el universo está conspirando para nuestro bien.

Después de que Sylvia me contó su historia, pensé cuántas veces he estado en alguna situación difícil e inmediatamente he recurrido a la paranoia en lugar de la pronoia. Yo digo que creo que todo lo que me sucede es para mi bien pero ¿en realidad vivo esta creencia? ¿Puedo vivir desde un lugar que se aferre a la creencia de que todo se está desarrollando perfectamente — aun cuando no pueda verlo todavía?

Esta es la vibración donde suceden los milagros, y los ángeles aparecen para brindarnos apoyo en formas maravillosas. Realmente los ángeles están a nuestro alrededor, y nuestra firme creencia de que el universo siempre está conspirando para nuestro bien es como un imán que atrae ángeles y abundancia a nuestras vidas.

Yo vivía en Chicago durante los años de 1980 y una noche de invierno terminé un proyecto ya pasada la medianoche. La temperatura afuera era congelante. Tomé mi auto y avancé apenas hasta la rampa interestatal cuando se paró; hasta el volante dejó de funcionar mientras luchaba por sacarlo de la carretera. Vestida con traje de negocios y tacones altos, me bajé del coche y empecé a empujarlo fuera del tráfico.

Minutos más tarde, mi ángel apareció. Un caballero que pasaba por ahí me vio empujando
mi coche y se detuvo, me ayudó a dejarlo en un lugar seguro, y luego me ofreció llevarme a mi casa aunque esto lo alejaría de su domicilio como 45 minutos. Le di las gracias y me subí a su auto calentado.

De camino a mi casa, me dijo que hacía justo un mes el auto de su esposa se había descompuesto en una carretera muy transitada. Alguien se había detenido a ayudarla, y él estaba tan agradecido de que un ángel la hubiera ayudado que se había comprometido a devolver el favor ayudando a alguna otra persona. Esa otra persona afortunada fui yo.

El universo también nos proporciona grandes oportunidades de ser ángeles a otros que los necesitan.

Recientemente, una comunidad entera apareció como ángeles en la vida de una niña. Alizay Kashif de 11 años de edad tuvo la gran idea de recabar fondos para “Alimentar a América,” una red nacional de bancos de alimentos, vendiendo limonada y galletas desde un puesto en el jardín del frente de su casa. La familia de Alizay vivía en una calle cerrada, muy poco transitada en Naperville, Illinois; después de algunas horas, sus ventas llegaron sólo a $9.

Lo que sucedió después fue un golpe aplastante para la nueva empresaria. Un grupo de adolescentes se acercó a su puesto, le robaron todo el dinero en el frasco y huyeron. Alizay estaba devastada.

Su papá, esperando enseñarle una lección a su joven hija de que uno debe continuar aun cuando haya habido un contratiempo, publicó el incidente en “El Vecindario,” una plataforma social para los residentes.

Cuando los vecinos leyeron el relato del padre, se lanzaron a la acción. Un vecino ofreció su propio jardín para el puesto, ubicado en una esquina mucho más concurrida. Alizay aceptó la oferta y pronto se vio inundada de vecinos que fueron a comprar su limonada y sus galletas.

El departamento de policía de Naperville también leyó la historia y un oficial fue al puesto de limonada para vigilarlo. El le dijo a Alizay, “Quizá vengan algunos de mis amigos.” De repente, Alizay oyó las sirenas de varios escuadrones de carros con sus luces centellando.

No sólo los oficiales compraron la limonada y las galletas sino que también hicieron una colecta en su estación y se presentaron con $170 para el banco de alimentos. Alizay reunió más de $350 ese día como resultado de los ángeles que le ayudaron a restablecer su fe en la humanidad.

Los ángeles también proveen servicios muy necesarios en mayor escala. Hace algunos años, yo tenía un vuelo del aeropuerto internacional de Baltimore/Washington a Phoenix. Cuando llegué a la puerta para abordar el avión, vi 30 veteranos en el “Honor Flight” (“Vuelo de Honor”) formados para entrar al avión. El “Honor Flight” es una organización sin fines de lucro dedicada a proveer a los veteranos con honor y alivio. La organización transporta a los veteranos a Washington, D. C., dándoles la oportunidad de visitar y reflexionar en los monumentos dedicados a sus servicios y sacrificios.

Todos los gastos de estos viajes son pagados por el “Honor Flight.” A cada veterano se le asigna también un guardián voluntario entrenado, que actúa como un ángel para asegurar que tenga una experiencia segura y memorable. Estos veteranos en el “Honor Flight” acababan de completar su viaje a Washington, D. C. e iban de regreso a Arizona.

El encargado de la puerta en la sala de espera dijo por altavoz, “Damas y caballeros, demos las gracias a estos veteranos.” Cientos de nosotros aplaudimos fuertemente así que la línea empezó a abordar. Cuando llegó mi turno para subir, me senté junto a una señora veterana y su guardián. La veterana era Agnes Frost, de 89 años de edad.

A la mitad del vuelo, las azafatas permitieron que el líder del “Honor Flight” usara la bocina del avión. El nos dijo, “Antes de que existiera el correo electrónico y el envío de textos, el personal de servicio activo esperaba el aviso de que habían llegado cartas para ellos. Así es que vamos a hacer una llamada de correo ahora mismo.”

Llamó cada nombre, y cuando el veterano levantaba la mano la azafata le entregaba un sobre grande.

Cuando Agnes recibió su sobre y puso el contenido en una charola, cayeron cerca de 50 cartas, todas dirigidas a ella. Algunas eran de sus amigos, algunas de su familia, otras de alguien a quien ni siquiera conocía — todas agradeciendo su servicio. El guardián de Agnes me explicó que ella animaba a muchos de sus amigos a escribir cartas, y hasta logró que una clase en una secundaria le escribiera cartas a Agnes.

Observé a Agnes leer cada carta. Estaba genuinamente conmovida de que tanta gente la reconociera por su servicio durante la segunda guerra mundial. Cuando Agnes terminaba de leer cada carta, se la pasaba a su guardián, que luego me la pasaba a mi después de leerla. Sequé las lágrimas de mis ojos al ir leyendo las cartas. Una de un estudiante de secundaria sobresalió particularmente. La carta decía, “Gracias por hacer lo que no tenía que hacer.”

Gracias por hacer lo que no tenía que hacer.” Así es como se aparecen los ángeles — haciendo las cosas que no tienen que hacer. A veces es para hacerle a alguien el día más brillante. Y a veces para alguna causa mayor que haga al mundo un lugar mejor.

Los ángeles están en todas partes entre nosotros, y no son diferentes a ti o a mi. Simplemente han decidido hacer un servicio. ¿A quién le puedes hacer la vida más brillante hoy?

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Traducción: Rev. Martha Topel
CSL Redondo Beach, CA

 


2020-11-24T11:51:59+00:00
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