En Una Misión de DIOS, por Dennis Merritt Jones
¿Qué dirías si tu misión en la Tierra fuera ser un vehículo para que el amor incondicional fluya en forma que convierta el mundo en un lugar mejor? Respira hondo porque eso es lo que es – y aquí está como hacerlo.
Non Nobis Solum Mati Sumus
(No Nacimos Sólo Para Nosotros Mismos)
– Marcus Tullius Cicero
IMAGINA LA SIGUIENTE ESCENA: Estás en otra dimensión, aún sin cuerpo o forma. No tienes personalidad, ni género, ni identificación, ni nada – excepto un conocimiento innato de que eres puro, sin forma, la esencia celestial que se ha individualizado como un ser de alma. Estás de pie en una larga fila con millones de seres de alma, esperando pacientemente tu misión divina.
Finalmente, te dan tu tarea. Revisas la asignación y firmas un contrato declarando tu voluntad de cumplir – tal como lo dirían los “Blues Brothers” – una misión de Dios. Tu misión, en un aspecto, es diferente a cualquiera otra misión que cualquier otro ser de alma ha recibido y sin embargo también hay un elemento común. Has sido enviado aquí con el único propósito de que expreses tu más alto potencial mientras que al mismo tiempo dejas el planeta mejor de lo que era cuando llegaste.
La forma en que elijes hacerlo es lo que hace que tu asignación sea únicamente tuya, pero asegúrate que el servicio desinteresado a los demás sea parte del plan de tu misión. Para ayudarte a cumplir tu misión se te dio un cuerpo en el que vives y ciertos regalos y talentos innatos que harán que el servicio a los demás sea significativo y alegre. La emoción surge al conocer cuáles son esos regalos, y el gozo viene de saber que nunca es demasiado tarde para usar esos regalos para cumplir tu misión.
¿QUE SIGNIFICA EL SERVICIO “DESINTERESADO”?
“No has vivido hoy hasta que hayas hecho algo por alguien que nunca te recompense.”
– John Brunyan
El servicio desinteresado es una acción que nace en el corazón de la persona (o grupo). La intención que motiva el servicio desinteresado es singular. Conecta corazones con corazones; significa hacer lo que estamos llamados a hacer sin la expectativa de recibir compensación, sin ningún otro propósito más que ser un conducto a través del cual se mueva la energía del amor incondicional de una manera que toque y eleve a otros, trayendo un rayo de luz a sus vidas.
Por ejemplo, recuerdo que un día mi esposa, Diane, tuvo una conversación con su madre que entonces tenía 90 años de edad. Cuando Diane me dijo que su mamá había expresado su necesidad de ponerse en contacto con un hospicio (para el cuidado de pacientes terminales), mi primera reacción instintiva fue un poco de pánico. Yo contesté, “Ay, Dios mío, ¿qué nos habrá estado ocultando? ¿No se siente bien?” Diane sonrió y dijo, “No, querido, no has entendido; quiere recibir entrenamiento para servir como voluntaria en un hospicio.” Con eso tomé una respiración profunda y me reí. Luego empecé a reflexionar en el significado más profundo del deseo de su mamá.
Esta era realmente una declaración de la intención de mi suegra de anunciar a la vida que aún a sus 90 años de edad, estaba viva, con vitalidad, y que tenía el regalo de la vida de compartir con el mundo, que es lo que hace la diferencia.
Yo sé que había sufrido un gran dolor emocional y físico desde que su amado esposo por más de 60 años murió de la enfermedad de Parkinson. Desde que falleció, ella se había sentido un poco perdida y posiblemente sin propósito e infeliz. Yo creo que su propia sabiduría interna (intuición) percibió la esencia de lo que dijo Gandhi, “La mejor forma de encontrarte a ti mismo es perderte en el servicio a los demás.”
Algunas veces, cuando estamos sufriendo, el simple acto de extendernos hacia los demás, trae consigo un poco de alivio instantáneo, felicidad y aún más, volvemos a descubrir nuestro propósito y significado – un entendimiento de que lo que somos, y lo que hacemos con ese entendimiento de quienes somos es lo que importa. El servir a otros nos eleva y abre la puerta por la cual entramos a una nueva conciencia de lo que nos trae felicidad, significado y propósito, independientemente de nuestra edad.
Hablando de servir a otros desinteresadamente y de la felicidad que esto proporciona, recuerdo el día en que recibí una llamada de mi nieta Cailin, entonces de 14 años de edad, y de mi nieto James, entonces de 16, invitándome a asistir a un partido de baseball en que ellos iban a participar. Ambos se destacaban en los deportes, así es que asistí con la expectativa de verlos jugar en el campo en forma espectacular, pero lo que vi que sucedió en este juego literalmente me robó el aliento. Aún a sus edades tempranas, habían descubierto el significado profundo a través del servicio desinteresado a otros.
En el sur de California, hay un programa de deportes llamado “Little League Challenger Division” en el cual los niños con necesidades especiales juegan baseball. Ellos varían en edades desde los 4 hasta más de los 20 años, y se enfrentan con una multitud de discapacidades mentales y físicas. Cada niño en el campo tenía un “compañero” jugando cerca de ellos, ayudándolos si lo necesitaban, y lo más importante, animándolos. James y Cailin eran dos de esos compañeros en el campo, y junto con otros adolescentes, ayudaban en cada juego de la temporada. James y Cailin estaban allí porque pidieron participar. Yo creo que fueron llamados a estar allí por la misma voz interna que silenciosamente susurraba a su bisabuela, diciéndoles, lo que ustedes son es valioso – tienen un regalo que compartir, independientemente de su edad, y ese regalo es su presencia, su cuidado, su tiempo, su compasión, y su amor.
La lección para mi fue que nunca es demasiado temprano ni demasiado tarde para aprender a servir, y por lo tanto nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para honrar y cumplir el contrato que firmaste antes de llegar al planeta Tierra. Ya sea que tengas 4 o 90 años, entérate que eres valioso. Encuentra una forma de extenderte y darte a la vida hoy, y no dejes que tu edad, joven o avanzada, sea una excusa para quedarte sentado al margen.
¿CUAL ES TU MISION?
Considera la siguiente lista de ejemplos cotidianos como pasos que dar que podrías encontrar en tu declaración de tu misión de Dios .. con amor.
1. Ayuda con gusto en casa sin que te lo pidan.
2. Ofrece voluntariamente tu tiempo como mentor a una persona joven o de edad avanzada que no pueda ir a la escuela.
3. Trabaja como voluntario en un hospital local, en un albergue para personas sin hogar, en un hospicio (servicios para pacientes terminales), en un lugar para ancianos, o en tu propia comunidad espiritual.
4. Mientras preparas la cena para tu familia, recuerda conscientemente que no sólo los estás alimentando sino que les estás dando tus servicios.
5. Mientras que esperas en fila en la tienda de comestibles, invita a la persona detrás de ti con solo unos cuantos productos en su canasta a que pase adelante de ti.
6. Permite a alguien más estacionarse en ese espacio tan deseable.
7. Asegúrate que nadie se vaya a lastimar y para eso recoge tú el vidrio roto y los clavos que encuentres en la banqueta o la calle.
8. Crea un espacio seguro para un amigo, un esposo(a) o niño para desahogar su tristeza, miedo, frustración, decepción o ira escuchándolos sin prejuicios.
Independientemente de donde estás o qué estás haciendo, cuando puedas detenerte, respira y vuelve conscientemente al momento presente; vas a encontrar una oportunidad de servir que te está aguardando. Sólo necesitas tener la voluntad de ver la oportunidad y, cuando aparezca, hacer lo que se requiera… con amor. Vas a descubrir que la esencia y el significando que se encuentra en el servicio desinteresado no radica tanto en lo que se hace sino en la conciencia de amor y reverencia con que ofreces el servicio.
¿Puedes ver qué natural y fácil es servir cuando tu intención es solamente elevar una persona a la luz, sin que tengas otro propósito? Cuando sirves desinteresadamente no tienes que estar apegado a los resultados. Tu misión es ser un mensajero del amor incondicional. Punto. Esto no requiere entrenamiento especial o un título frente a tu nombre para que seas el que crea la diferencia; requiere que tú únicamente recuerdes que estás en una misión de Dios para dejar el planeta mejor de lo que estaba antes que llegaras – y, si es necesario, una sola persona a la vez.
Albert Schweitzer dijo, “No se cual será tu destino, pero hay algo que sí conozco: Los únicos de ustedes que serán realmente felices son los que hayan buscado y encontrado la forma de servir.”
Schweitzer tenía razón. Busca dar servicio desinteresadamente y serás una persona más feliz. Por sí solo, eso hará al mundo un lugar mejor, y en nuestros días, en nuestra época eso es muy bueno. Cuando exhales tu último aliento, que las palabras finales que pronuncies sean, “Misión Cumplida.”